Como
casi todos los mexicanos imploramos al cielo por un poco de Democracia para el
país, un buen ejercicio para poner en práctica sería que desde los grupos en
los que participamos, la llevemos a cabo, escogiendo a nuestros representantes
de manera libre y exigiendo que cumplan con su deber. Quizá cuando logremos
entender que la Democracia implica
mucho más que el hecho de votar, podamos elegir
realmente los gobiernos que necesitamos.
La
institución desde la que se construyan los cimientos de una nación debe de ser
la escuela, por ello es muy importante que los estudiantes se concienticen
sobre el poder que poseen estando unidos y en común acuerdo.
Por
lo general, en el salón quien ejerce la autoridad máxima y absoluta es el
profesor, que en ocasiones, no permite la crítica de sus alumnos que puede
servir para el mejoramiento de la clase y el despotismo se convierte en una
constante. En este caso, el representante de grupo tiene la obligación de
solicitar el apoyo de sus compañeros para exigir al maestro un cambio de
actitud, si éste se niega, se acude a la dirección, si la dirección hace caso
omiso, se acude a los padres de familia o autoridades educativas haciéndoles de
su conocimiento la deficiencia del profesor.
Una
violación que se comete en algunas escuelas a los derechos del estudiantado, es
la prohibición de Sociedades de Alumnos (algunas han acudido a esta medida
después de los movimientos estudiantiles de los años 60´s y 70´s) y se
justifican diciendo que para eso están los jefes de grupo, que ellos
representan a los alumnos en general. Es tanto como asumir que los directores
representan a los maestros, pero todos sabemos que ellos tienen un líder
sindical, al que seguramente les impusieron, está vendido o es indiferente a
sus demandas. Si ellos dejan que les pisoteen sus derechos, los estudiantes no
tienen por qué correr la misma suerte.
Clases
mediocres, falta de mobiliario, abuso de profesores o cuotas altas, son algunos
de los problemas que se han resuelto en muchas ocasiones gracias a la
organización de alumnos, que en más de una ocasión se han tenido que enfrentar
a quienes dirigen una escuela. Sin embargo el problema no radica tanto en el
autoritarismo e incomprensión de quienes dirigen, sino en la apatía de quienes deben de exigir.
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