7 de enero de 2013

A democratizar las aulas


Como casi todos los mexicanos imploramos al cielo por un poco de Democracia para el país, un buen ejercicio para poner en práctica sería que desde los grupos en los que participamos, la llevemos a cabo, escogiendo a nuestros representantes de manera libre y exigiendo que cumplan con su deber. Quizá cuando logremos entender que la Democracia implica   mucho  más  que el hecho de votar, podamos elegir realmente los gobiernos que necesitamos.

La institución desde la que se construyan los cimientos de una nación debe de ser la escuela, por ello es muy importante que los estudiantes se concienticen sobre el poder que poseen estando unidos y en común acuerdo.

Por lo general, en el salón quien ejerce la autoridad máxima y absoluta es el profesor, que en ocasiones, no permite la crítica de sus alumnos que puede servir para el mejoramiento de la clase y el despotismo se convierte en una constante. En este caso, el representante de grupo tiene la obligación de solicitar el apoyo de sus compañeros para exigir al maestro un cambio de actitud, si éste se niega, se acude a la dirección, si la dirección hace caso omiso, se acude a los padres de familia o autoridades educativas haciéndoles de su conocimiento la deficiencia del profesor.

Una violación que se comete en algunas escuelas a los derechos del estudiantado, es la prohibición de Sociedades de Alumnos (algunas han acudido a esta medida después de los movimientos estudiantiles de los años 60´s y 70´s) y se justifican diciendo que para eso están los jefes de grupo, que ellos representan a los alumnos en general. Es tanto como asumir que los directores representan a los maestros, pero todos sabemos que ellos tienen un líder sindical, al que seguramente les impusieron, está vendido o es indiferente a sus demandas. Si ellos dejan que les pisoteen sus derechos, los estudiantes no tienen por qué correr la misma suerte.

Clases mediocres, falta de mobiliario, abuso de profesores o cuotas altas, son algunos de los problemas que se han resuelto en muchas ocasiones gracias a la organización de alumnos, que en más de una ocasión se han tenido que enfrentar a quienes dirigen una escuela. Sin embargo el problema no radica tanto en el autoritarismo e incomprensión de quienes dirigen, sino en  la apatía de quienes deben de exigir.

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